Cuando nosotros eramos pequeños esto era desconocido, y generalmente este desarrollo pasaba a un segundo plano. De hecho, no era extraño que se instase a los más pequeños a evitar expresar ciertas emociones por considerarlas "malas", tales como llorar o enfadarse.
Hago un inciso para felicitar y agradecer el esfuerzo de nuestros abuelos y nuestros padres que, sin saber nada de esto, lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron.
Para resumir de manera muy concisa, podemos decir que, a día de hoy, sabemos que para poder gestionar nuestras emociones y sentimientos (que no es lo mismo), es fundamental comenzar por:
- Percibirlas
- Identificarlas
- Nombrarlas
De esta manera conseguiremos que sean capaces de entender y expresar tanto sus emociones y sentimientos como los de los demás, y gracias a ello, a la larga, actuar en consonancia. Como maestra y como mamá de un niño de casi 3 años, me veo en poder de afirmar que, esta gestión emocional es la meta de toda familia y de todo docente.
Y, ¿cómo podemos ayudar a nuestros peques a ir adquiriendo las capacidades necesarias para conseguir esa deseada gestión emocional? Pues con una dosis extra de paciencia, escuchando lo que nuestros hijos/alumnos nos quieren comunicar, siendo un apoyo para ellos, no imponiendo nuestro criterio si no ofreciendo alternativas... y muchas cosas más.
Pero como soy muy práctica, voy a dejar la teoría para enseñaros la propuesta que estamos llevando a cabo en casa: El termómetro de las emociones. En este termómetro se presentan de arriba a abajo: Muy enfadado, enfadado, triste, en calma, contento y muy contento. La parte gris es para colocar los miembros de la familia que no se encuentran presente en ese momento.
¿Qué necesitamos?
- Rectángulos de fieltro de 11x6 de los siguientes colores: rojo, naranja, verde, azul, amarillo huevo, amarillo
- Un trozo de fieltro de color gris de 14x14.
- Un trozo de fieltro negro (que servirá como base para la parte de detrás) de 50x16.
- Velcro de coser blanco del que pincha: 86 cm. (8 trozos de 10 cm y 1 trozo de 6cm)
- Velcro de pegar blanco del suave: 26 cm. (10 trozos de 2 cm y un trozo de 6 cm).
- Plásticos para plastificar.
- Impresora para imprimir el patrón y los emoticonos.
- Hilo y aguja, máquina de coser o pistola de silicona para unir las diferentes partes.
Pasito a pasito:
- Recortamos los rectángulos de colores y con ayuda del patrón del termómetro (pincha aquí), cortamos el fieltro negro que nos servirá de soporte y el trocito gris de abajo.
- Ahora toca coser los velcros. En el centro de cada rectángulo deberemos coser 1 trozo de velcro blanco de 8 cm del que pincha. También pondremos dos líneas de velcro en la parte gris, para pegar a todos los familiares si fuera necesario.
- Después coseremos en la parte superior del fieltro negro un trozo de velcro del que pincha de 6 cm, que será el que nos ayude a colocar el termómetro en algún mueble, puerta o pared, accesible para el niño/a.
- Solo queda colocar los rectángulos en orden e ir cosiéndolos a la base negra.
- Una vez hecho el termómetro, tenemos que rellenarlo. He decidido usar emoticonos para identificar las diferentes emociones, ya que están a la orden del día, y es un lenguaje visual que aprenderán a la larga, sí o sí. Podéis descargarlas pinchando aquí. Además he incluido unos cuadrados estándar para que los imprimáis y peguéis ahí vuestras fotos. Pero si queréis, podéis recortar directamente unas fotos de un tamaño apropiado.
- Una vez tengáis todo impreso, deberéis plastificarlo y pegarle un trozo de velcro del suave del que se pega de 2 cm a cada uno.
- Por último, decidid el lugar donde lo vais a colocar y pegad el velcro de 6cm del suave para poder poner ahí vuestro termómetro.
¿Cómo utilizarlo?
Aunque para nosotros sea obvio lo que significa cada emoción, debemos sentarnos con el peque para explicárselas. En nuestro caso, utilizamos el Monstruo de Colores, para asemejar las emociones que ya conocía por el libro con los emoticonos.
El problema surgió con el color rojo, que al ser su preferido, se pasó la primera semana diciendo que estaba muy enfadado, solo por estar en ese color... jejeje. Parece que ya le ha pillado el truco y va moviéndose por el termómetro, según se encuentre.
Al principio, debe ser el adulto el que acuda al termómetro para expresar cómo se siente, así, poco a poco, el peque también lo hará.
Como comentaba al principio, es tan importante que conozca cómo se siente él, como que se sepa identificar cómo nos sentimos los demás. Os pongo un ejemplo que se da muy a menudo en casa:
Como comentaba al principio, es tan importante que conozca cómo se siente él, como que se sepa identificar cómo nos sentimos los demás. Os pongo un ejemplo que se da muy a menudo en casa:
- Debes recoger tus juguetes, igual que mamá recoge sus cosas
- Es que no pueeeeedo (frase estrella de nuestro peque cuando no quiere hacer algo).
Tras esa misma petición, me voy al termómetro y pongo mi foto en el color verde. Normalmente los adultos nos saltamos este tono, y es muuuuy importante hablarles desde la calma. ¿Por qué? Porque es lo que luego les pedimos a ellos (Ejemplos: "¿Por qué me estás gritando?", "Háblame con cariño". Pero, como digo, las prisas hacen que pasemos del color amarillo, al azul o al rojo, en segundos.
Tened presente que, con estas edades, la familia somos su principal referente (y la escuela el segundo), ¿qué les estamos enseñando entonces?.
Tras el inciso, seguimos porque nos hemos movido al color verde. En este punto y según veamos a la criatura, podemos ofrecer nuestra ayuda para comenzar a recoger (no para recogerlo nosotros).
- Ya sabes que a Mamá no le gusta ver el salón desordenado. Si quieres te ayudo.
Pero como esto no es fácil, seguramente seguirá sin recoger.
- Pero es que no pueeeedo.... 😂😂😂. (ahora me río, en el momento hay que verse).
Pues nada, con mi cara de tristeza (importante este dato), muevo mi cara en el termómetro hacia el color azul, y se lo explicamos:
- Me estoy poniendo triste porque no recoges tus cosas.
- Mamá, no te pongas triste. Ponte contenta.
Si el día es bueno, suele recoger en este punto, si no es el caso, me voy desplazando hacia arriba... No digo más.😠😡
De esta manera le voy comunicando que se está modificando mi estado de ánimo, además de enseñarle a nombrar las emociones y a hacerle ver que todos en algún momento nos sentimos como él (tristes, enfadados, frustrados, ...).
Aunque tarda, suele recoger, y me voy felizmente a la zona amarilla, lo que le hace muy muy feliz.
Es curioso, pero el uso del termómetro, también nos ayuda a los adultos a regularnos, pues tendemos a alzar la voz a la primera, sin ser necesario. Aunque se lo hayamos repetido tres veces (y más), no creo que lo que lo que esté haciendo sea como para que arda Troya. Y si no, paraos por la noche a pensar en esos momentos del día en los que "saltamos"... ¿de verdad merece la pena?. Seguramente no nos acordemos de esto dentro de 5 años ..., ni de 1 año ..., ni la semana que viene. Tan importante no sería entonces. 😉
Con esta reflexión, dejo ya el post, que me he venido arriba con las divagaciones y lo mismo os estoy aburriendo un poco. Espero que os haya servido de inspiración la idea que os presento, y os ayude a poner una poquita más de paz en vuestros hogares. ¡Un saludo desde el desván!
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